JESSE ROWSE, CAPITÁN DEL IMOCA 60 HUGO BOSS

El Hugo Boss visita por segunda vez el astillero de Arenys de Mar en los últimos tres años para realizar diversos trabajos de mantenimiento y puesta a punto técnica

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“En Varador 2000 pagas un precio justo y recibes un buen servicio”. Claro y conciso. Así se expresa Jesse Rowse, capitán del IMOCA 60 Hugo Boss, un auténtico fórmula 1 del mar que necesita estar siempre a punto para competir en las regatas más exigentes del mundo como la Barcelona World Race o la Vendé Globe.

Rowse, un estadounidense afincado en Inglaterra, sabe que en España hay muchas áreas técnicas de repair & refit de gran prestigio y calidad, “pero en la mayoría se pasan mucho con los precios, por eso decidimos volver a Varador 2000”, donde el barco ya realizó un stage técnico el año 2012 preparatorio de la regata Vendé Globe. El capitán del Hugo Boss también explica que en la decisión de recalar en el astillero de Arenys de Mar también ha pesado mucho su cercanía con Barcelona, su calado (el barco tiene una quilla de 4,5 metros) y la calidad de su servicio técnico.

El velero Hugo Boss ha pasado cinco semanas en Varador 2000, donde se ha sometido a diversos trabajos especiales de mantenimiento, arboladura y pintura del casco. Durante este periodo los profesionales de Varador 2000 y la tripulación del Hugo Boss (cinco personas incluido el capitán) han trabajado codo con codo para poner a punto la embarcación. “El trato cercano y directo con los responsables del astillero y con sus profesionales es otra de las ventajas de Varador 2000; aquí no te sientes un número como ocurre en otras áreas técnicas más grandes”, comenta Jesse Rowse.

Lo único que echa en falta en Arenys el capitán de este IMOCA es “un almacén con más recambios, aunque comprendo que es muy complicado disponer de determinadas piezas, pues nuestro barco utiliza componentes muy sofisticados. De todas formas –añade– todo lo que hemos pedido lo hemos tenido en un plazo máximo de dos días, no nos podemos quejar”.

El Hugo Boss es un velero de alta competición de 19 metros de eslora, 5,8 de manga y un mástil de 28 metros que en las condiciones más optimas puede llegar a alcanzar una velocidad punta de 30 nudos. El barco está equipado con sistemas muy avanzados en cuanto a alta tecnología, electrónica y comunicaciones. Es una embarcación muy evolucionada, diseñada para la navegación oceánica, cuyos avances técnicos se aplican posteriormente al resto de embarcaciones. “Navegar con este barco o con uno convencional es como la noche y el día, no tiene nada que ver”, asegura Rowse.

Cubrir un nivel de exigencia técnica tan alto comporta contar con una tripulación muy preparada y especializada que garantice, en la medida de lo posible la perfección. “Navegando con un barco como éste no se pueden cometer errores, pues cualquier fallo puede provocar un desastre” afirma Rowse, que desde los 21 años navega y trabaja en barcos de competición, “cada vez más grandes y complicados”, dice con un semblante sonriente.

Durante las semanas que el barco ha permanecido en Varador 2000, el capitán y la tripulación han vivido en una casa de alquiler de Canet de Mar, a pocos kilómetros del astillero. A partir de ahora, y hasta que el velero vuelva a competir en una regata importante se dedicarán a pasear por el Mediterráneo a diversos vip’s, celebrities, prensa especializada y clientes preferentes de la marca. Un lujo al alcance de muy pocos.

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